domingo, 1 de mayo de 2011

Las apariencias engañan

Hace unos meses tuvo lugar en Málaga una reyerta entre dos bandas  en la plaza de Murillo Cabrera , en la que resultó apuñalado un hombre de 37 años, que solo intentaba calmar la situación, tristemente acabó falleciendo en el hospital horas más tarde. Siete personas fueron detenidas, pero faltaba el asesino.
En un principio se desconocía la identidad del presunto autor material, finalmente se le puso nombre Óscar Elíseo, el cual había tomado un bus a las diez y media de la noche dirección Madrid.
Hasta este punto todo parece una huida sin problemas, sin embargo el propio joven paraguayo de apenas 19 años hizo méritos para acabar en el calabozo.
Al ser un autobús nocturno, poco a poco los pasajeros se fueron quedando dormidas, y el silencio llego al vehículo.
Sin embargo, en torno a las doce y media, Óscar hizo una llamada a un amigo para explicarle porque no estaba en Málaga, y confesó literalmente su crimen:— «Estoy jodido. Me he tenido que ir de Málaga, porque el otro día estaba borracho y le metí varias puñaladas a uno. He metido la pata».
A pesar de que no lo dijera en una voz muy alta, en ese silencio se podría oír casi todo, así que un policía de paisano que viajaba en ese mismo autobús escuchó la conversación y se quedo anonadado al escuchar esta última parte.
Rápidamente se puso en contacto con la policía llamando al 091, dándoles la descripción del sospechoso. 
Asimismo los agentes madrileños,  se ponen en contacto con sus colegas de Málaga, que les confirman que se ha producido una reyerta mortal en un bar apenas un día atrás. Y que buscan a un joven con características similares a las del compañero de viaje del policía de paisano.
Desde esos momentos comienza a montarse el dispositivo policial. Sólo tienen tres horas para poner en pie la operación.
Tras unas cuántas horas más de viaje, el autobús llega a la estación de Madrid, donde poco a poco bajan los pasajeros, más dormidos que despiertos.
El policía de paisano esta detrás del presunto asesino para dar la señal y antes de que éste llegue a coger la maleta es apresado, en pocos segundos ya tiene las manos a la espalda y con grilletes.
Poco después fue trasladado a dependencias policiales, donde debido a su negativa a declarar, ahora está en manos de la autoridad judicial.
Es una fábula real que demuestra que nunca sabes quién puede estar escuchando.


Fuentes:

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